Se echó a nadar, sólo como un verdadero experto sabe hacerlo. Desde el momento en que tocó el agua levantó la expectación de todos los presentes. El grito de ¡Martín Martín! era su máximo impulso. En cada brazada no dejaba de sonreír, era como si el agua fuera el refugio más seguro para él. Incluso sus compañeros, rivales de competencia eran un puñado de motivación. La sola presencia de Martín lo ocasionó todo.
"Vamos Martín hijo, tú puedes" gritaban a todo pulmón sus abuelos, justo a un costado de la piscina Olímpica del Club Chivas San Rafael, al salir del agua su maestra lo toma de la mano y con un abrazo fraterno lo felicita por el esfuerzo, nadó como nunca y se divirtió como siempre a sus 11 años de edad el entusiasmo, ganas, fortaleza y deseos de Martín Gutiérrez son capaces de mover montañas.
"Es un niño muy activo, le encanta nadar, su madre Rosa Gutiérrez lo apoya mucho para hacerlo y ya está por entrar a la Secundaria", relata con orgullo desbordado su abuelo, mientras Martín es invitado a tomar parte en otra competencia y ni tardo ni perezoso se calza las sandalias para ir de nuevo al encuentro con el agua, esa que lo conoce bastante bien.
Por tercer año consecutivo. Martín Gutiérrez es el alma andante de los Cursos de Verano organizados en el Club Chivas San Rafael, el niño tapatío hace todo con el corazón por delante, porque así le nace hacerlo y no se quita la sonrisa por nada del mundo, hace lo que le gusta y con eso basta.
Para Martín Gutièrrez todo es normal, juega con sus amigos que no dejan de tocarle el cabello mojado, las niñas le roban uno que otro beso, en señal de un profundo cariño. Si en el mundo de Martín hay oscuridad todo el tiempo, su sola presencia lleva una luz deslumbrante a donde quiera que va. "¿Ahora como me fue abuelo? pregunta con la singular curiosidad, propia de un niño, su abuelo acaricia su mejilla y con el orgullo a flor de piel, responde feliz, "creo que muy bien Martín, llegaste en segundo lugar".