Hasta pronto 'Bombero', Arpad Fekete

Nació en una época cercana a la erupción bélica en Europa y en una nación que fue de las protagonistas en la Primera Guerra Mundial,  Hungría, pero el camino de vida de Arpad Fekete Priska estaba lejos de las armas y la muerte. Siempre prefirió andar en una cancha y acompañado de un balón. A la edad temprana de 14 años,  Arpad el adolescente vio cristalizada su oportunidad de ingresar al futbol profesional  en las filas del Ujpest,  uno de los cuadros más populares en la capital húngara.

Fuerte, rápido y amante del gol fueron las características que le valieron hacerse de la posición de centro delantero en su escuadra, y en la propia Selección Nacional de Hungría, la primera reconocida como la más poderosa del orbe, la misma que años más tarde Ferenc Puskás y Sandor Kocsis llevaron a los primeros planos del futbol mundial, quizá Arpad Fekete y su generación pusieron la piedra angular de tan rica y recordada historia magyar dentro del balompié. 

Junto a su crecimiento como jugador cuya carrera lo llevó a recorrer la milla en Italia y Francia, donde logró un buen cartel, Arpad Fekete se inclinaba al mismo tiempo por una pasión particular  cuyo espacio estaba en el banquillo al mando  de una oncena. Los estudios como Director Técnico los concluyó tiempo antes de colgar los botines, satisfacción personal para un hombre que siempre buscó la superación.

Como hombre de Paz y disciplina absoluta, el estallido de la Segunda Guerra Mundial seguro lo hizo buscar refugio en América,  a donde llegó primero  a Estados Unidos para ejercer como timonel, pero por circunstancias de la vida misma fue en el país vecino de los norteamericanos, donde Arpad Fekete encontró estabilidad, bienestar y la mejor opción para desarrollar en pleno su amor por el futbol y la dirección técnica.

La Perla de Occidente, siempre hospitalaria y fraterna, le abrió las puertas al timonel húngaro para dirigir con éxito los destinos de un Rebaño, cuya historia comenzaba a escribir páginas sagradas y cuya colaboración de Arpad Fekete fue fundamental para la conquista de los títulos dos y tres del que años más tarde se convertiría en el Campeonísimo Guadalajara.

El amor entre Fekete y Guadalajara echó raíces, al grado de convertir la capital de Jalisco en la base central para el “Bombero” ,  el magyar de corazón tapatío que lo mismo era capaz de ganar títulos y al mismo tiempo aplacar incendios de los equipos en el infierno del descenso. La mano mágica de Arpad Fekete era un seguro de vida para los equipos que pretendían permanecer en la Primera División del Futbol Mexicano.

Este 26 de febrero del 2012 a días de cumplir 91 años, Arpad Fekete se despidió como siempre con una sonrisa en el rostro de la vida para dar paso a la solemnidad de la muerte,  al fin y al cabo, Arpad el futbolista, el técnico, el ser humano, el amigo, la enciclopedia futbolística en la que se convirtió conquistó a lo largo de su vida cada uno de sus propósitos.

A todos y cada uno de sus amigos dentro y fuera del deporte que era su vida dejó algo positivo para el recuerdo,  Arpad Fekete, el visionario para entrenar todos los días de la semana el deporte que más nos gusta, el gran ser humano para darle forma y respeto a la invaluable labor de Anacleto Macías, tu amigo “Tolan”, “Tolán”, junto al que seguramente ya volviste a saludar. 

Arpad el meticuloso para poner atención en todos y cada uno de los pequeños grandes detalles. Desde ganar los dos puntos en cada partido, hasta el ‘volado’,  el que minutos antes de hacer rodar el esférico se echa al aire para iniciar  con la fiesta y pasión que provoca una pelota. Gracias Arpad Fekete por ese eterno sí al futbol.