La vida de Carlos Cisneros ha estado ligada al futbol desde muy pequeño. Su talento natural y el permanente apoyo y aliento de su familia le permitió cumplir el sueño que muchos niños anhelan vivir, en gran medida gracias al escenario laboral de su padre, pues fue justo en las canchas de la empresa para la que aún trabaja donde fue descubierto por los visores de Chivas.
Sobre ese y otro temas, como el apego que tiene con sus seres queridos y su extracción 100 por ciento rojiblanca, son parte de las seis cosas que no conocías de este habilidoso atacante tapatío, quien nos cuenta cómo modificó su día a día cotidiano el hecho de pertenecer al Guadalajara para hoy ser un elemento muy importante en el esquema de Matías Almeyda.
El origen…
“El primer equipo en el que estuve fue en el de la Cervecera donde trabaja mi papá, en la Cuauhtémoc-Moctezuma en Guadalajara, yo tenía como 4 años, hay un club para los socios y familiares, y ahí es donde empecé a jugar, siempre me pusieron con niños más grandes que yo y creo que eso ayudó mucho para desarrollar mis cualidades como futbolista”.
La sorpresa…
“Cuando tenía 8 años nos tocó disputar un partido contra un cuadro de fuerza básicas de Chivas, ellos eran un combinado de categoría 90 y 91, yo soy 93, y después de ese encuentro los ‘profes’ Andrés Ornelas y ‘Chuy’ Rodríguez buscaron a mis papás para invitarme a Chivas, yo la verdad no tenía noción de que eran unas fuerzas básicas, por eso en aquel momento mis papás estaban más contentos que yo, porque no sabía que era pertenecer a una institución como tal”.
Otra rutina…
“Cuando me integré a Chivas me tuve que cambiar de escuela porque antes entrenaba en la tarde, y fue un gran cambio por tratarse de otro lugar, con nuevos compañeros y personas, pero la verdad es que desde el primer día estuve muy contento porque soy Chiva de Corazón, y me di cuenta de la grandeza del equipo, poco a poco le agarras más cariño y además fui la envidia de mis amigos por estar en una institución como el Guadalajara”.
Un paso atrás para avanzar…
“A los 12 años viví una etapa difícil, de las más duras que he vivido, cuando me informaron que iba a ir un tiempo a la Escuela de La Gigantera porque estaba chaparrito, delgado y muy chiquito, sí me pegó bastante, pero no alteró mi gusto por el futbol, y valoro lo que aprendí en esa etapa. Regresé a los 16 años a la Sub 17 con ‘Manolo’ Martínez, él me llevó de vuelta, y jugaba de centro delantero, en lo personal me fue muy bien y supe que era mí oportunidad, por lo que no la podía dejar ir”.
Hogar dulce hogar…
“Hace poco fui a la Cervecera a dar una plática, de niño nunca imaginé llegar a hacerlo, fue algo muy lindo regresar porque había mucha gente que me conoce desde pequeño fue algo muy especial porque también estuvo mi papá presente; los trabajadores tenían un proyecto de visualizar la producción más o menos como nosotros lo hacemos en una Pretemporada para luego competir en el torneo”.
Inmejorable impulso…
“El apoyo de mi familia ha sido siempre incondicional, la verdad es que estoy muy agradecido con todos porque me han alentado en toda mi carrera, en especial mi mamá porque era quien me llevaba a entrenar todos los días desde Tlaquepaque, se desgastaba por estar ahí conmigo, y ahora que mi hermano también está jugando trato de apoyarlo para que también cumpla su sueño”.
